Ya son conocidas las estrictas normas que rigen en el Gobierno de Kim Jong-Un, tanto como sus sangrientas maneras de mantener el miedo en la población. Corea del Norte decidió ejecutar a su viceprimer ministro para Educación, Kim Yong-Jin, por haber faltado al respeto en una reunión con el líder supremo:  Kim Jong-Un y envió a otros dos altos cargos del régimen a campos de reeducación.

La información la difundió el gobierno de Corea del Sur, pues su vecino no da mayores precisiones sobre su accionar. Desde la muerte de su padre a finales de 2011, el joven Jong-Un habría ejecutado y retrogradado a varios funcionarios: en este caso Kim, de 63 años, fue fusilado el pasado julio acusado de ser “un agitador antirrevolucionario y antipartido”, según el vocero del Ministerio de Unificación surcoreano, Jeong Joon-Hee.

"Fue denunciado por estar mal sentado cuando estaba debajo de la tribuna" durante una sesión del parlamento. Después fue sometido a un interrogatorio, durante el cual se "revelaron" sus otros crímenes, añadió el responsable surcoreano en lo que se intuye que sería una involuntaria siesta del responsable en el área de Educación. 

El Ministerio no dio mayores detalles sobre el origen de la información, ya que el Gobierno del Norte mantiene un hermetismo en cuanto a los hechos que suceden dentro de sus fronteras. Sin embargo, hay que decir que Seúl no siempre acierta cuando habla de Pionyang. Unos meses atrás había anunciado la muerte del exjefe de Estado Mayor norcoreano, Ri Yong-gil, pero el militar reapareció en público unos días después.

"Levantó la ira de Kim cuando se adormeció durante una reunión presidida por Kim. Fue detenido ahí mismo y sometido a un intenso interrogatorio en el ministerio de seguridad del Estado", afirmó el periódico JoongAng Ilbo.