Grecia vuelve a enfrentarse a la presión de los acreedores-  ya que ese país deberá hacer un pago importante sobre la deuda de 6.000 millones de euros este mes de julio-; y es por ello que los sindicatos y organizaciones sociales convocaron a la primera huelga general del 2017. 

Mientras el comercio apenas registró paros, los medios de transporte prácticamente no funcionaron, y la actividad en los hospitales públicos y los municipios se vio afectada en un 50%. También participaron, por primera vez en mucho tiempo, los controladores aéreos, por lo que 185 vuelos tuvieran que ser cancelados o modificados. 

La huelga tuvo lugar 24 horas antes de que el Parlamento debata y vote las nuevas medidas económicas que muchos creen que "harán la vida imposible" para los ciudadanos. 

Alrededor de 12.000 personas, según las estimaciones policiales, se manifestaron frente al Parlamento griego, donde se debate en sesión plenaria el paquete legal que incluye recortes a las pensiones en hasta un 18% a partir de 2019 e incrementa el peso impositivo a partir de 2020, por un total de 4.900 millones de euros anuales.

Hubo algunos incidentes con piedrazos y bombas molotov en enfrentamientos con la policía antidistubios que respondió con gases lacrimógenos. 

Los sindicatos griegos bautizaron estas medidas como "cuarto memorando" por tratarse de ajustes adicionales no previstos en el tercer rescate, que se aplicarán una vez vencido el programa actual.

Alexis Tsipras defendió los tijeretazos adicionales con la promesa de un próximo alivio que llegará con la tan esperada salida a los mercados y una posible reactivación económica.