En una visita histórica al Congreso de Estados Unidos, el Sumo Pontífice dio un discurso que le valió ser ovacionado de pie en reiteradas oportunidades.

Uno de los ejes de su oratoria fue la  "crisis de refugiados sin precedentes" que vive Europa. También habló sobre las políticas de inmigración, un tema que es uno de los puntos calientes en los debates presidenciales en especial entre Jeff Bush y Donald Trump.

Un debate que se asienta en que Estados Unidos tiene pendiente una reforma migratoria, que está actualmente varada en el Congreso controlado por el conservador partido Republicano.

"Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes", sostuvo Francisco.

"Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Lo que representa grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar", reflexionó Francisco sobre los refugiados sirios.

"A lo que se suma, en este continente, las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos?", se preguntó el Papa.

Y advirtió "No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste".