La economía del Brasil –como su política nacional– no está en el mejor momento. Por esa razón, el presidente interino Michel Temer ya tiene en cartera una serie de medidas de típico corte neoliberal.

Según la prensa local, el mandatario quiere privatizar la empresa nacional de correos (Correios) y la Casa de la Moneda.

Pero no se queda ahí: al mejor estilo menemo-macrista, pretende deshacerse de la participación que el Estado federal tiene en 230 compañías de electricidad -generadoras, transportadoras, distribuidoras y parques eólicos.

También podría desprenderse de participaciones en la unidad de seguros de Caixa Economica Federal, un gran prestamista público, y varios operadores de puertos a lo largo de Brasil en los que el Gobierno Federal tiene intereses, según reproduce Ámbito.

Además, y para hacerla completa, Temer inicia esta semana una agenda de reuniones con los principales líderes sindicales; el objetivo es convencerlos para que acepten una importante reforma laboral y previsional.

El presidente interino convocó a los presidentes de Fuerza Sindical, la Unión General de los Trabajadores (UGT), la Nueva Central, la Central de los Sindicatos Brasileños (CSB), la Central Única de los Trabajadores (CUT) y la Central de los Trabajadores de Brasil (CTB).

Es que los jefes sindicales ya mostraron su preocupación por las declaraciones de los principales miembros del gabinete brasileño, acerca de reformas a la edad mínima para la jubilación y al período de aportes previsionales.

Mientras tanto, los referentes gremiales ya le han pedido el "mantenimiento y ampliación de los programas orientados a la disminución de las desigualdades sociales; fortalecimiento de la política de valorización del salario mínimo como vía para distribuir ingresos, y no al retiro de derechos en la reforma previsional".