El partido de Ángela Merkel se planteó la necesidad de una autocrítica tras perder en las elecciones de Dresde, la última de las grandes urbes alemanas que gobernaba.

Pero lo que realmente sorprendió fue que resurgió  una candidata de la ultraderecha racista, Tatjana Festerling, de tintes nazis consiguió una inesperada votación del 9,6%.  El movimiento nazi Pegida, nació como una expresión de repudio a los pequeños grupos islámicos de la ciudad  logró acaparar los titulares el año pasado, con masivas manifestaciones en Dresde.

Tatjana Festerling había sido prácticamente expulsada de la "euroescéptica" Alternativa para Alemania después de expresar en público su respaldo a una manifestación de hooligans de Colonia.

Merkel no habló de la derrota y prefirió  mostrarse como la segunda líder mundial, junto con el norteamericano Barack Obama, dejando el análisis de la derrota en manos de los dirigentes intermedios de su partido.

La CDU intenta volverse más atractiva en grupos como los colectivos gay, los ambientalistas o los protectores de animales, pero sin alcanzar el éxito esperado en el electorado urbano, que confía más en los socialdemócratas que siguen acaparando ciudades.