Primero fue el consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn,  luego el fiscal general, Jeff Sessions, y ahora es el propio yerno de Donald Trump- Jared Kushner - quien pasó a estar salpicado por el contacto con el embajador ruso en Estados Unidos, Sergei Kislyak. 

Una nueva guerra fría parece haberse iniciado entre Rusia y Estados Unidos con las acusaciones de boicot e interferencia en la campaña presidencial que habrían perjudicado a la por entonces candidata demócrata Hillary Clinton. 

Ahora salió a la luz que fue en diciembre pasado cuando el yerno de Trump, Kushner, junto con Flynn se entrevistaron con el embajador ruso en la Torre familiar del actual presidente en Nueva York.

La reunión duró 20 minutos y según reconocieron portavoces de la Casa Blanca, después de que se divulgara el encuentro desde la prensa local,  "era para establecer una línea de comunicación” entre la futura Administración estadounidense y el Kremlin.

Mientras tenía lugar el momento más álgido en las acusaciones hacia Rusia por interferir en la campaña electoral y Obama evaluaba posibles sanciones, el entorno del presidente electo se reunía con contactos directos de Vladimir Putin.