"Los mártires nos llaman a reubicar a Jesucristo por encima de todo y a ver todo en este mundo relacionado con Él y Su reino eterno. Esto nos lleva a preguntarnos si hay alguna cosa por la que estaríamos dispuestos a dar nuestra vida", dijo en este tercer día de visita al "país de la mañana tranquila", expresó Francisco, al mencionar el sacrificio de Jesucristo como un camino de salvación frente a lo que presentó como el deterioro de los valores humanos.

El ejemplo de los mártires coreanos, que aceptaban "la igual dignidad de todos los bautizados" y privilegiaban "una forma de vida fraternal que desafiaba a las estructuras sociales rígidas de su época", tiene mucho que decir "en una sociedad donde, al lado de inmensas riquezas se desarrolla la más abyecta pobreza, donde raramente el grito de los pobres es escuchado", añadió.

El catolicismo fue introducido en Corea del Sur por laicos letrados, iniciados a esta nueva "sabiduría" por las enseñanzas recibidas de los jesuitas en la vecina China. "Esta historia nos dice de la importancia, la dignidad y la belleza de la vocación de los laicos en la Iglesia", subrayó Francisco desde un gran escenario dominado por una enorme cruz, y con el palacio Gyeongbokgung de la dinastía Joseon como fondo.

El Sumo Pontífice beatificó a Pablo Yun Ji-Chung y a otros 123 mártires, quienes fueron ejecutados en el siglo XVIII.