Un arquitecto holandés decidió ponerse "a la moda" con sus herramientas de trabajo y qué mejor que construir un edificio y ponerle "emojis" para aggiornarlo a estas épocas de caritas tristes y felices. 

Changiz Tehrani pensó una buena idea incorporar, por primera vez, al universo digital a su trabajo. En un edificio en Vathorst, a 50 kilómetros de Amsterdam, situado entre una escuela y una pequeña plaza pública.

Tal proyecto comenzó en 2011 cuando fue el encargado de la urbanización del área de Vathorst, pero en aquél entonces no se le había pasado por la cabeza agregar emojis a la estructura edilicia. Dos años después se planteó el agregado de bandas blancas, entonces se le encendió la lamparita y decidió incluir emojis lo que le cambiaría la imagen a la zona, y también, daría que hablar, o le enviarían la carita enojada por WhatsApp.

En las bandas de hormigón blanco que cruzan al edificio, Tehrani incluyó varios de los emojis más habituales. La cara con la lengua afuera, el guiño, la sonrisa, el gesto decepción, entre otros. "Debido a que el edificio era muy tradicional, hasta severo, queríamos algo de diversión para aligerarlo", comentó el arquitecto.

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Tehrani utilizó 22 emojis extraídos de la biblioteca que WhatsApp tiene a disposición. Seleccionó solo las caras por su expresividad y consistencia. "Son caras realmente fuertes y reconocibles", dijo. La secuencia no sigue un orden específico de aparición, aunque optó por incorporar dos caras que indican susto en la parte superior.

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Hasta donde el arquitecto sabe, con la inclusión de emojis no infringe ningún derecho de autor. Los responsables de la firma holandesa Millro utilizaron moldes de madera para fundir el emoticon en el hormigón; un proceso que dio a los rostros una sensación de profundidad que aumenta su visibilidad y fortaleza. Tehrani dijo que prefirió no pintarlos porque "eso habría sido cursi".

Más allá del reconocimiento que le valió, la implementación también despertó cierto rechazo. Por caso, Sean Khorsandi, profesor de historia y teoría de la arquitectura en el New York Institute of Technology opinó que la profesión debe ser "seria". Según él, hay una responsabilidad mayor en el arquitecto. "Si todo es una broma que se reduce a la moda del momento, se convierte en una actitud peligrosa", consideró.

Por su parte, Tehrani respondió a las críticas restándole solemnidad a la profesión. "La arquitectura no es una religión para nosotros", señaló. "Uno también tiene que divertirse".