Si bien se desconoce el área exacta donde cayeron las bombas de la aviación egipcia se estima que al menos cuarenta yihadistas fallecieron a causa del bombardeo en Derna.

El domingo por la noche,  luego de una reunión de extrema urgencia tras la decapitación de 21 ciudadanos egipcios por el EI, el presidente Abdelfattá al Sisi advirtió en un mensaje televisivo que Egipto se reservaba “el derecho a responder cómo y cuándo considere conveniente”. Además de declarar siete días de duelo.

El "derecho a responder" no se hizo esperar y finalmente Egipto bombardeó el área. El Consejo de Defensa Nacional aseguró que la acción militar era “una venganza por la sangre derramada de los compatriotas”.

Tampoco se descarta una invasión terrestre contra los feudos del yihadismo, avalada por el mismo gobierno de Libia.

La noticia de la brutal ejecución de los rehenes conmocionó a  la comunidad cristiana copta, que representa aproximadamente un 10% de la población egipcia. Incluso el Papa Francisco manifestó su dolor por lo sucedido.

Los hombres salvajemente ejecutados provenían de diversas aldeas  donde existe una importante minoría cristiana.  Habían viajado a Libia ante la falta de oportunidades de empleo en Egipto.