Donald Trump ordenó a su Administración elaborar un presupuesto con un incremento de nada más y nada menos que 54.000 millones de dólares (9,3%) en los gastos de defensa.

Se trata del mayor pedido de rearme de Estados Unidos tras la guerra con Irak, iniciada en 2003 y que nunca tuvo un verdadero fin. "Tenemos que empezar a ganar guerras otra vez", es lo que propuso el polémico magnate republicano.  

Y agregó: "Antes decíamos que Estados Unidos jamás perdía una guerra, ahora no ganamos ninguna. Llevamos 17 años luchando en Oriente Próximo, hemos gastado allí seis billones de dólares y estamos peor que nunca. Es inaceptable". Sobre esta decisión que causó revuelo internacional, Trump señaló: "Soy el primero que querría ver al mundo sin armas, pero no podemos quedarnos por detrás de ningún país, aunque sea amigo. Nosotros tenemos que estar a la cabeza de la manada". 

En sus promesas de campaña, el republicano ya había planteado su deseo de apostar a un rearme de Estados Unidos a partir de un abultado presupuesto. "Reforzar el sector militar es barato. Estamos comprando paz y afianzando nuestra seguridad nacional. Además es un buen negocio. ¿Quién construirá los aviones y barcos? Trabajadores americanos", planteó como forma también de contribuir al resurgimiento económico de su nación.