La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, recibió el informe final de la Comisión Nacional de la Verdad, que investigó las violaciones de derechos humanos durante la última dictadura y se emocionó.

El informe final denuncia las violaciones de derechos humanos cometidas durante la dictadura por 377 personas y establece que los delitos fueron "sistemáticos", lo que reaviva la polémica por la impunidad que aún ampara a los represores.

La dictadura que imperó de 1964 a 1985 dejó 434 víctimas, de las cuales 191 murieron, 208 permanecen desaparecidas y otras 35 fueron identificadas luego de muchos años de estar también desaparecidas.

Dilma Rousseff, quien recibió el informe entre lágrimas, en su juventud pasó casi tres años presa y fue torturada. Además recordó a los militantes de izquierda asesinados y desaparecidos, y afirmó que, para los familiares y amigos de las víctimas el silencio sobre los crímenes les hace sufrir "como si ellos se murieran otra vez y siempre, día a día".

"Este informe contribuirá a que los fantasmas de un pasado muy doloroso y triste no se protejan en la sombra de la omisión", dijo la mandataria, quien rompió a llorar durante su discurso, y aclaró que las atrocidades relatadas en el documento "no deben ser motivo para odios o ajustes de cuentas".

Según Rousseff, "Brasil merecía la verdad, las viejas y las nuevas generaciones merecían la verdad". "La verdad significa sobre todo la oportunidad de un encuentro con la historia" y un "homenaje a un país que ya tiene tres décadas de camino democrático y que así persistirá", indicó.