De conseguir la aprobación del Senado Rousseff será obligada a licenciarse por seis meses, poniendo fin a un gobierno en crisis desde hace meses. Dilma sería entonces reemplazada por el vicepresidente Michel Temer, a quien ella calificó esta semana como un "traidor".

A pesar del apoyo de la  mayoría de los trabajadores y de las clases más necesitadas de Brasil, el poder detrás del poder parece acercarse a conseguir su objetivo de desplazar a la presidenta.