A los 85 años, murió el ex primer ministro israelí Ariel Sharon
En el 2006 sufrió un derrame cerebral y nunca se pudo recuperar. Presidentes de todo el mundo lamentaron su pérdida. En tanto, fue cuestionado por los dirigentes palestinos.
"Ya está, se fue", dijo Gilad Sharon al dar la noticia de la muerte de su padre, el expolítico y militar a quien el presidente israelí, Shimon Peres, definió como "un soldado valiente y un líder audaz, que amaba y su nación y a quien la nación amaba".
Dirigentes de la Autoridad Palestina afirmaron que, durante su gobierno, Ariel Sharon no solamente "fracasó" en las negociaciones de paz sino que "cometió atrocidades" contra ese pueblo.
Sharon estuvo internado en el hospital de Tel Hashomer desde que sufrió un derrame cerebral el 4 de enero de 2006, mientras hacía campaña por su reelección, y desde entonces estaba en coma. En los últimos días sufrió un fallo multiorgánico, según los médicos.
El actual primer ministro, Benjamin Netanyahu, destacó el papel de Sharon en la defensa de Israel desde la fundación del Estado y dijo "su memoria será amada para siempre en el corazón de la nación". "Fue, en primer lugar y sobre todo, un valiente guerrero, un gran líder militar y uno de los mejores comandantes de las Fuerzas Armadas israelíes", dijo.
Sus restos serán velados a partir de mañana en una capilla ardiente en la Knesset, el Parlamento israelí, antes de un funeral de Estado que se celebrará el lunes, y será enterrado cerca de su rancho en el sur de Israel, junto a su esposa fallecida en 2000, tal como una vez lo había pedido.
La agrupación palestina Hamas dijo que "rezamos a Alá para que Sharon y todos los líderes sionistas que cometieron masacres contra nuestro pueblo vayan al infierno", y señaló que "cuando el pueblo palestino recuerda a Sharon, sólo recuerda dolor, sangre, tortura, desplazamiento y crímenes", señaló. "Nunca sentiremos pena por su muerte".
Sharon es recordado por los palestinos por su "responsabilidad indirecta" determinada por una comisión israelí en las matanzas perpetradas por las milicias falangistas libanesas en los campamentos de refugiados de Sabra y Shatila, en el sur de Beirut, en 1982 durante la guerra civil de Líbano. Entonces, el Ejército israelí al mando de Sharon, que era ministro de Defensa, rodeaba los campamentos y fue testigo impasible de la matanza.