La policía de Tokio detuvo a finales de octubre a Takahiro Shiraishi, un joven de 27 años, que descuartizó a nueve personas que tenían tendencias suicidas. Shiraishi contactó a sus víctimas a través de la red social Twitter buscando justamente usuarios que expresaban estar deprimidos y querer quitarse la vida.

Cuando la policía ingresó al departamento del joven en la capital japonesa halló cuerpos descuartizados, entre los que se encontraban los restos de tres estudiantes, cubiertos de arena para gatos para enmascarar el fuerte olor a descomposición. Las autoridades pudieron dar con el asesino tras iniciar investigaciones por la desaparición de una jovenque había cruzado mensajes con él. 

Tras la popularización del caso como "El asesino de Twitter", el propio CEO de la multinacional, Jack Dorsey, se vio obligado a salir a dar una entrevista a la televisión pública japonesa NHK y asegurar que están trabajando en el tema de los contenidos que circulan en la red que tiene millones de usuarios en todo el mundo. 

"Tenemos que asumir la responsabilidad de que nuestra herramienta se utilice de forma positiva y sana", declaraba Dorsey, aunque acto seguido reconocía que era "poco realista" pretender eliminar todos los tuits que expresaran algún deseo suicida.

Twitter modificó recientemente sus reglas y añadió un apartado dedicado al suicidio y las autolesiones: "No puede fomentar ni promover el suicidio o las autolesiones. Si recibimos una denuncia de que una persona está amenazando con suicidarse o autoinfligirse daños, podemos tomar una serie de medidas para ayudarla; por ejemplo, podemos comunicarnos con ella y ofrecerle recursos, como la información de contacto de nuestros socios en temas de salud mental".

El suicidio es uno de los principales problemas de salud pública nipona, y en muchos casos se han vinculado las tendencias autolesivas con el acoso a través de las redes sociales, entre las que destaca precisamente Twitter. 

Japón es el segundo país del mundo en número de usuarios de la red social del pajarito azul, sólo por detrás de Estados Unidos. El pasado septiembre, Tokio vivió una serie de movilizaciones promovidas por un grupo llamado Tokyo No Hate, que reclamaba a la plataforma que frenara los mensajes de odio.