A Luis Ventura no vamos a pedirle a esta altura del partido que se apiade de Pipo Cipolatti y no remueva sobre el suicidio de Flavia Ortíz -la madre de sus hijos-, una herida de la que no habla, según su propia confesión, ni con sus propios hijos.

Tampoco que no haga un informe que con voz melodramática exponga lo peor del musico y hasta remarque que "se movía constantemente".

Solo nos preguntamos para qué se expone Pipo a semejante suplicio que, aunque el pago por participación podría entenderse como el motivo suficiente en caso de absoluta necesidad, no nos evita pedir paz para un hombre al que la vida le ha dado en partes iguales éxito y dolor.