Pablo Ruiz Picasso, y evitamos hacer el chiste de "Oh, mamá, ella me ha besado", fue un tipo que supo cómo romper con todo lo que tenía en frente. Nació en Málaga, España el 25 de octubre de 1881 y murió en Francia el 8 de abril de 1973. Vivió muchos años este señor y fue bastante contemporáneo. El papá del cubismo, junto con Georges Braque y Juan Gris, es considerado uno de los artistas más influenciables de su época. El tipo que pintó más de 2 mil obras en toda su vida, está en tatuajes, en paredes de casas de todo el mundo, en series, en películas y hasta en canciones.

Era comunista y pacifista, le gustaba la escultura, la cerámica, la escenografía, el vestuario de obras de teatro, entre algunas otras cosas que seguramente también le gustaban mucho pero que desconocemos.

Pero había en algo que se destacaba además de pintar a la gente con la carita cuadrada: el erotismo. Picasso pudo correr todos los prejuicios a la hora de ponerse a dibujar desnudos y creó escenas geniales llenas de sensualidad, deseo y fantasía. Cuando digo fantasía no me refiero a coger en el baño de un avión sino a hacerlo con un, por ejemplo, minotauro. Tranqui la imaginación.

De adolescente Pablito Ruiz estaba obsesionado con el cuerpo femenino y lo pintaba en posiciones rarísimas. También mechaba a sus amores y las retrataba imaginándolas, ya que nunca le pidió a ninguna de sus modelos que modelen. Alguna de sus muchachas chusmeó con amigas que chusmearon con amigos y que hicieron trascender la anécdota, que, en el medio de la noche, a veces Picasso las destapaba mientras dormían para retratarlas. Así que, además de "devorador de mujeres", era vouyerista.

Y ya de más grande llegó el cubismo. En 1907 compuso “Las señoritas de Aviñón”, considerada la primera obra que llega con una concepción geométrica y rompe con todos los métodos de construcción existentes hasta el momento.

Los desnudos pasaron a ser un quilombo. Los cuadros, geométricos y duros, interpelan al espectador que busca y encuentra las distintas formas que se ocultan en cada una de sus obras.

Después, ya de viejito, el sexo en sus lienzos se hizo más explícito, especialmente en "Rafael y la Fornarina" y "La Maison Tellier". Muchos críticos leyeron lo grotesco como un reflejo obsesivo de su impotencia senil, hechos desde la melancolía que, más que tristeza, se acerca al humor.

Eso fue repaso. Ahora es el turno de mostrar. Hay obras adjuntas en este artículo que se hicieron para ser publicadas, pero la mayoría son dibujitos de su cuaderno personal. Bien bien íntimo.

Picasso una vez dijo: “El arte y la sensualidad son la misma cosa, no existe un arte casto”. Y no podríamos estar más de acuerdo.