La llegada de la posmodernidad representó, para la sociedad occidental, la crisis de las instituciones tradicionales como la escuela, la Iglesia, el matrimonio, el Estado o la fábrica, de los ideales políticos, la ruptura con la historia contada por los que ganan y con todas las costumbres y tradiciones. Desde luego, las categorías sexuales tampoco se escaparon a este sacudón.

Es por ello que desde hace varios años los conceptos de libertad de elección sexual, diversidad de género y elección individual de estos aspectos se volvieron un derecho. Sin ir más lejos, en nuestro país, la Ley de Identidad de Género y el Matrimonio Igualitario son ejemplos de cómo esos avances se traducen también en materia de aplicación política y legislativa.

La pansexualidad, que salta a la luz como concepto a través de la artista pop, Miley Cyrus viene a continuar el sinfín de interpeleaciones que necesariamente la sociedad debía hacerle a los rótulos hétero y homo.

"Soy una persona muy abierta, soy pansexual", dijo el ícono pop norteamericano del momento.  Y amplió: "Ahora mismo no mantengo una relación con nadie. Tengo 22 años, tengo citas, pero mi estilo cambia cada dos semanas, así que la gente con la que estoy también", explicó.

En definitiva, la pansexualidad es según indica Wikipedia, la enciclopedia posmoderna, "una orientación sexual humana caracterizada por la atracción estética, romántica o sexual sin distinguir género o sexualidad".

"Las personas pansexuales tienen la capacidad de sentirse atraídas, dejando de lado la sexualidad de éstas, y poniendo su atención, principalmente, en sus sentimientos, en su forma de ser, de comportarse, o de relacionarse con el resto de personas que la rodean, pudiendo entablar relaciones con mujeres, hombres, transexuales, bisexuales, intersexuales (o hermafroditas), travestis, etc."

De este modo, la libertad de elección sexual poco a poco libera las frontes de las viejas ataduras. Una vez que la sexualidad deja de ser una obligación impuesta para volverse una decisión individual, las opciones se multiplican y se expanden. En definitiva, esas posibilidades no obligan a nadie a no hacer lo que no se quiere hacer, sino que simplemente ofrecen una mayor amplitud en torno a las elecciones sobre a quién amar, con quién acostarse, por qué y para qué.