A mediados del siglo XIX, Carlos Marx pronosticaba que, con la evolución del modo de producción capitalista, las máquinas harían gran parte del trabajo antes reservado al proletariado.

Así, esa misma evolución llevaría a los trabajadores a dedicar una menor cantidad de horas al yugo laboral y una mayor cantidad de tiempo al descanso o al ocio, fruto de la reconversión del capitalismo por relaciones sociales –de producción– del tipo comunista.

Al parecer, una de las premisas del marxismo se está cumpliendo: las máquinas reemplazan a los seres humanos pero, paradójicamente, ello implica mayores sacrificios para el trabajador común, sea porque debe trabajar más para conseguir el pan diario o porque queda desempleado.

Y según el estudio titulado "El Futuro del Trabajo 2018", basado en entrevistas realizadas a ejecutivos y directores de recursos humanos de 20 países y de 12 áreas industriales distintas, pronto más de la mitad de los puestos de trabajo existentes hoy serán reemplazados por máquinas.

El relevamiento del Foro Económico Mundial (FEM), que analiza el impacto de la automatización y de las nuevas tecnologías en el sector laboral, la robotización haría desaparecer 75 millones de empleos en el mundo de aquí a 2022.

Y se calcula que hacia 2025 las máquinas realizarán la mayoría de las tareas ordinarias que actualmente realizan los seres humanos. De hecho, al menos el 50 por ciento de las empresas esperan reducir los puestos de trabajo permanentes de acá a 2022.