Son inversamente proporcionales: mientras la inflación siga en alza, el consumo seguirá en caída. Una ecuación básica de la economía… siempre y cuando hablemos de la Argentina.

Y parece ser la fórmula que aplica Mauricio Macri para su gestión: hace todo lo posible para inflar la inflación, o sea para licuar los ingresos de los asalariados, y por tanto el consumo popular cae en picada.

Así pasó en marzo último, cuando la inflación declarada este martes por el Indec fue del 4,7 por ciento y la venta de productos de la canasta básica (alimentos, bebidas, artículos de tocador y limpieza) se desplomó un 8,7 en el  mismo mes en forma interanual.

De acuerdo a Scentia, que hizo la medición, la caída solo es comparable a la que se produjo durante la crisis de 2002-2003, precisó al diario La Nación Osvaldo del Río, director de esa consultora privada.

Según el informe que desglosa el citado matutino, la caída está liderada por las bebidas sin alcohol (-15 por ciento), limpieza del hogar (-12,3 por ciento), bebidas con alcohol (-10,4 por ciento) y golosinas (-10,3 por ciento), higiene y cosmética (-7,2 por ciento) y alimentos básicos (-6,3 por ciento).