Para evitar confirmar que el Gobierno devaluó, Fausto Spotorno comenzó asegurando que la pregunta sobre si había habido una devaluación era una pregunta tonta y una chicana política.

Pero Spotorno fue más a fondo y aseguró que depende desde dónde uno se ponga y que, por ejemplo, un consumidor se pondría del lado del cambio libre y por lo tanto habría una revaluación.

Cuando Ari Lijalad le dijo que entonces los precios que estaban atados a ese dólares deberían haber bajado, el economista dio vuelta lo que acababa de decir y en lugar de ponerse en el punto de vista del consumidor lo cambió al punto de vista del ahorrista. Como para que su argumento tuviera alguna lógica.

Acomodan todo para evitar reconocer una devaluación que cualquier ciudadano puede notar.