Entre los cambios absurdos que pidió la CGT se encuentran un cambio en la designación del término "trabajo" que en el borrador previo lo definía como una relación entre iguales y eliminar un párrafo que remitía a una frase del exministro de la dictadura Alfredo Martínez de Hoz, sobre "promover la liberación de las fuerzas de la producción".

Mientras los sindicalistas eligen hacerle el caldo gordo al ministro de Trabajo, Jorge Triaca, lo cierto es que la reforma laboral cada vez atenta más contra los empleados. El nuevo texto admite la instauración de las figuras del "trabajador autónomo económicamente vinculado" y del "trabajador independiente" con colaboradores.

Estas figuras quedan marginadas de la ley 20.744 que rige todas las relaciones laborales formales y las asimila a una suerte de variante del monotributo, claro que con menores obligaciones para sus dadores de empleo. La CGT manifestó algunas quejas pero según los funcionarios se trata de darles un marco de formalidad a empleados que hasta ahora permanecen sin registración alguna. 

Otro de los puntos controversiales es que se flexibiliza el "ius variandi", una figura que hasta ahora frena los cambios unilaterales en un contrato laboral producidos por el empleador y habilita al trabajador a considerarse despedido o bien accionar judicialmente y ser repuesto de inmediato en su tarea. 

Para las negociaciones salariales, las iniciativas oficiales coinciden en prohibir la incorporación de sumas no remunerativas. La diferencia es que la última versión establece que en casos excepcionales el Ministerio de Trabajo podrá autorizarlas, algo que en los hechos existe en la actualidad.