A pesar de lo que suele decir el Gobierno, la inflación no muestra señales de desaceleración, según los datos sumnistrados por el Indec: 3,1 por ciento en julio. De esta manera, acumula un 19,6 por ciento para lo que va del año y el 31,2 por ciento interanual.

Y además de los interminables tarifazos en los servicios públicos (nafta, transporte, luz y gas, etc.), otro factor determinante es el que para el macrismo es apenas anecdótico: la incesante suba del dólar que, quiérase o no, termina trasladándose a los precios.

Nada parece poner freno a la escalada de la divisa norteamericana, que está más cerca de los 31 pesos que de los 30: avanzó 29 centavos con relación al martes, ubicándose en 30,71 pesos en bancos y agencias, según el promedio elaborado por Ámbito.com.

Ni siquiera puede paliar el alza –y la devaluación del peso– la fuerte licitación de dólares que hizo el Banco Central: 781 millones de billetes verdes adjudicados a un mercado que los absorvió casi sin mosquearse. El récord sirvió solamente para que no rompiera la barrera de los 31.

Porque la divisa tuvo este miércoles un récord intradiario: llegó a venderse a 30,83 pesos, producto de una fuerte dolarización de portafolios por parte de empresas y minoristas, según el ya citado medio especializado.

Citado por Ámbito.com, para el analista Gustavo Quintana hubo "un fuerte sesgo de la propensión a buscar refugio dolarizando tenencias en un contexto local e internacional que sigue sin despejar dudas en el corto plazo al menos".