Carlos Muia es un empresario de 66 años que junto con su hermano José Antonio y en medio de una pandemia se animó a comprar el 45% del gigante Santista Argentina. Así, recuperó marcas icónicas como Grafa y Ombú, que había sido adquiridas por empresas brasileñas. "Nosotros perdimos muchas empresas en manos de inversores extranjeros", le dijo a BAE Negocios en una notable entrevista de la colega Graciela Moreno.

Muia además se animó a comprar el concurso de la textil que cerró sus puertas durante el macrismo en 2019 y dejó como deuda 80 indemnizaciones. El hombre que vive en Catamarca hace 40 años, es dueño de la textil Confecat, que tiene 600 operarios y se convirtió en el principal empleador privado de la provincia. Además, sumó una planta textil en Famatina con 100 operarios y una segunda planta con 40 empleados.

Este mes compró Confecciones Riojanas, una marca con 40 años de historia que cerró en 2019. Se dedicaba a hacerles jeans a marcas de la talla de Zara, Wrangler, Taverniti, entre otras. Al cerrar no pudo ni pagar las indemnizaciones de sus 80 empleados. Muia asumió el compromiso de cancelar esas deudas y la rebautizó Confelar.

Cuándo le preguntaron qué significa comprar Santista Argentina -el mayor productor de jean y de tela de ropa de trabajo del país que da empleo a 900 personas-.y recuperar dos marcas icónicas como Grafa y Ombú, admitió: "Es una enorme alegría, nosotros perdimos muchas empresas en manos de inversores extranjeros. Es la inversión más grande de mi vida empresaria, la hicimos con mi hermano. Trabajo desde los 15 años, somos gente de trabajo, forjamos nuestro propio destino lejos de las luces. Tengo una visión industrial de país federal, soy amante de la industria nacional. Poder haber recuperado una empresa de esta envergadura es un logro importante. Tiene que ver con la visión de país que tengo, cuando genero empleo considero que el país tiene que estar mejor distribuido".

“El país no es fácil y para presentar batalla o permanecer sobre la ola hay que tener una serie de condiciones necesarias: capital propio, poco endeudamiento bancario y una buena red comercial. Si uno hace agua, las crisis permanentes o recurrentes van mellando el capital de trabajo", dijo en la entrevista.

“La apertura (de importaciones) también castiga, la importación, el contrabando que viene de Bolivia o Paraguay, de ahí se nutren ferias como La Salada o de la mano de obra no registrada. Si no paga la luz porque está enganchado, ni cargas sociales, ni salarios de convenio es muy difícil competir con una empresa que paga todo”.

Y concluyó: "Hay que invertir en tecnología, si no tecnifica los tiempos de producción no puede ser competitivo. Una prenda tiene 16 minutos de trabajo, en función de la robotización y la tecnología, si lo hace en 20 minutos, cuando sale al mercado es más caro”.