"Mañana licitaremos 500 millones de dólares y pasado, si lo demandan, otros 500 millones, o 700 millones si lo demandan", sostuvo el presidente del Banco Central, Luis Caputo, ante la corrida cambiaria de este lunes, que dejó al dólar cerca de los 31 pesos. 

Horas antes, la plana mayor del Ministerio de Hacienda emitía un comunicado: "En consideración a la posición de liquidez en pesos que ha acumulado", el Banco Central va "a discontinuar las ventas de dólares diarias hasta que las necesidades de pesos lo requieran nuevamente".

Es que los inspectores del FMI, con quienes la cúpula de Hacienda había tenido una reunión minutos antes de emitir el comunicado, veía cómo se esfumaban los 7.500 millones de dólares que había enviado a la Argentina como parte de un acuerdo. Había que frenar la sangría.

Sin embargo, la jornada en la city hizo chocar a unos y a otros con la realidad: el billete verde se disparó y alcanzó su máximo histórico, rozando los 31 pesos; en algunos bancos los superaba, cotizándose a 31,25.

Caputo entonces salió a poner –o intentar poner– paños fríos a la corrida contra el peso, anunciando "licitaciones" diarias –como les llaman– que multiplican por diez a las que se hacían hasta la semana pasada.

El escenario parece tener acorralado al Gobierno, sobre todo en lo que respecta a la política monetaria: por un lado, pretende retener dólares, pero por otro lado, debe desprenderse de ellos para evitar una mayor devaluación del peso. Y, va de suyo, el mercado cambiario es insaciable...