En el encuentro entre juveniles de Tailandia y Singapur disputado en Bangkok, uno de los jueces de línea estaba cerca de la mitad de la cancha, ya que la jugada estaba del otro lado.

Ante la falta de acción, comenzó a bailar al compás del canto de la hinchada. Ni bien lo advirtieron, desde la grada bajó una ovación, y al asistente no le quedó otra que seguir mostrando sus dotes artísticos.