No hay mucha lógica para explicar algo así. Tenemos que pensar que Aaron Gwin es de otro planeta o la nueva Specialized Demo (su bicicleta) viene equipada con motor eléctrico invisible.

En la Copa del Mundo de Descenso disputada el pasado fin de semana en Leogang, Austria, un curioso suceso fue noticia en el mundo entero. Aaron Gwin, tras dar las dos primeras pedaleadas, rompió la cadena de su bicicleta al inicio de la pista. Pero eso no fue suficiente para que el estadounidense tirara la toalla. Se focalizó en agarrar el manillar, agachar su cabeza lo máximo posible y utilizar al máximo sus capacidades para llegar a la línea de meta.

Para darle más valor a su proeza, pongamos en contexto el evento. Tuvo como protagonista al mal tiempo: la lluvia y el viento estuvieron presente durante toda la jornada. Por lo tanto, el esfuerzo tenía que ser doble desde el vamos para todos los competidores.

Para darle más dramatismo a la historia, cabe decir que Gwin fue el último corredor en bajar la montaña de Leogang. Sin cadena, y por lo tanto sin poder pedalear tras salir de cada curva, de cada salto, de cada zona complicada, de cada llano contra el viento, el ciclista logró algo digno de una película de Hollywood.

Cruzó la meta superando por tan solo 0.045 segundos al hasta entonces líder Connor Fearon, y en 1.330 segundos a Remy Thirion, quienes tras realizar una de las mejores bajadas de sus vidas se vieron eclipsados por la inédita bajada sin cadena de Aaron Gwin desde la misma linea de salida, que ya quedó en la historia del ciclismo.