Hace poco tiempo que Toti Pasman proclamó su amor a Boca -era tan evidente que no valía la pena seguir ocultándolo- pero ahora decidió salir del plano deportivo para empezar a jugar fuerte en el terreno institucional.

Su objetivo es la cabeza de Juan Román Riquelme, un ídolo difícil de desbancar en Boca, por el que va el macrismo en su intento de retornar al control del club de la Ribera.

La comparación con Daniel Passarella, -un ídolo del clásico rival que como presidente lo llevó al descenso- no es antojadiza y ya la había utilizado Oscar Ruggeri, otro soldado del angelicismo, para dañar la imagen del actual vicepresidente azul y oro.