El negocio es cerrado, casi sin margen para salir de él, pero al mismo tiempo, muchas veces efectivo. Los clubes más necesitados y las dirigencias más desesperados caen en ellos como manotazo de ahogado, como última solución a un panorama de plantel desarmado y más deudas que dólares.

Así es como desembarcan aquellos que, como Mr Wolf en Pulp Fiction, llegan para solucionar todo. Son representantes que facilitan un cuerpo técnico y un número considerable de jugadores para disponer inmediatamente. 

Cierto es que en ese combo hay que tragarse los sapos de jugadores que llegan de relleno y de transferencias cuando los tiempos políticos no lo indican. Es una manera de entregar el manejo del fútbol, de tercerizarlo.

Christian Bragarnik es el más importante de ellos, y a quien Pipo Gorosito le dedicó estas palabras, desnudando la complicidad con parte de la prensa que hace de vocero de su empresa para favorecer sus negocios.