Junto a su amigo Hakimi, Kylian Mbappé disfrutó unos días de descanso en la ciudad estadounidense donde no perdió la oportunidad de ir a ver un encuentro de la NBA.

Como una maldición que lo persigue, apenas supieron de su presencia en el estadio, un grupo de argentinos comenzaron a cantar la canción que se convirtió en el himno de la Copa del Mundo de Qatar.