Para el domingo a la tarde, el Brasil-Argentina por las Eliminatorias sudamericanas era un plato esperado con ganas en los dos países, más aun después de la reciente final en el Maracaná.

Pero sucedió lo impensado tras un día plagado de versiones acerca de la posibilidad de que le impidieran a cuatro jugadores argentinos presentarse por no haber informado que habían estado en los últimos quince días en Inglaterra, Dibu Martínez, Cuti Romero, Gio Lo Celso, y Emiliano Buendía, juegan en equipos de ese país.

El encuentro comenzó y a los cinco minutos funcionarios de Anvisa, la oficina sanitaria brasileña, ingresaron al campo de juego a detener a los jugadores argentinos.

Como era de esperar, el partido se suspendió tras largas discusiones donde se escuchó a Leo Messi, sensatamente, preguntar por qué no se decidió ésto antes.

Si fue para evitarle sanciones al seleccionado brasileño o para causar impacto como una forma de propaganda anti pandemia -difícil de creer dada la postura del gobierno de Jair Bolsonaro desde el comienzo de los contagios- no se sabe, pero sin duda fue uno de los papelones históricos de fútbol en esta parte del mundo.