Diego nació el 30 de octubre de 1960 en el Policlínico Evita de Lanús, hoy hace 52 años.

Surgió en Argentinos Juniors, donde debutó diez días antes de cumplir 16 años, al ingresar en el segundo tiempo en un partido ante Talleres de Córdoba. En la primera jugada, Diego tiró un caño. Había dejado atrás ingresar en los entretiempos de los partidos del “Bicho” a hacer jueguito con la pelota y entretener a las hinchadas.

En febrero del año siguiente debutó en la selección argentina en un amistoso ante Hungría disputado en la Bombonera.

En Argentinos fue goleador durante cinco torneos, récord que aún nadie superó.

César Luis Menotti lo marginó del plantel que se coronó en el Mundial de 1978 organizado por la Dictadura Cívico-Militar.

El año siguiente, fue capitán y mejor jugador de la selección juvenil que se coronó en Japón.

Pasó a Boca en 1981, tras coquetear con River, y en dupla con Brindisi, llevó al Xeneize al campeonato Metropolitano de ese año.

Diego hizo un gol en su primer Superclásico, aquel disputado en la Bombonera en una noche lluviosa de abril del 81, tras desparramar por el suelo a Fillol, y al fotógrafo que lo persiguió para sacar la foto.

Con la camiseta azul y oro convirtió 28 goles en 40 partidos.

Fue vendido al Barcelona en 10 millones de dólares, pero primero disputó con la Selección el Mundial de 1982 en el que el equipo quedó eliminado en segunda ronda.

Diego tuvo varios inconvenientes en Barça: tras trece partidos, se contagió hepatitis y debió estar fuera de las canchas por tres meses. Cuando volvió ganó la Copa del Rey y la Copa de la Liga, final ganada al Real Madrid con goles suyos.

En la cuarta fecha del año siguiente, el jugador del Atletic de Bilbao Andoni Goikotxea le rompió el tobillo y debió estar fuera de las canchas por casi cuatro meses.

La final de la Copa del Rey los volvería a encontrar. El partido lo ganaron los vascos y hubo gresca generalizada porque Diego reaccionó a una provocación, que le deparó otros casi cuatro meses de suspensión.

Fue el punto final: 38 partidos en 58 goles.

Debutó en el Nápoli de Italia a mediados de 1984, donde se erige como mejor jugador del mundo. Allí brilló en lo futbolístico, pero por sobre todo, enamoró a una ciudad del Sur de Italia, símbolo de la desprotección contra el norte rico.

Y llegó el Mundial de 1986, los goles a los ingleses, el más tramposo y el mejor de todos los tiempos. El título, el Diego en andas con la Copa, inmortal, en nuestras retinas.

La sanción por doping, su experiencia en el Sevilla que dirigió Bilardo. Luego, el regreso al fútbol para vestir pocas veces la pilcha de Newell´s, y el cierre en su amado Boca, con el mechón amarillo pintado a un lado del cabello, y el Dream Team que decepcionó.

Diego dejó las canchas en un entretiempo ante River, en el Monumental, al ser reemplazado por un tal Juan Román Riquelme.