Mandela usó el deporte para unir a un pueblo
"El deporte tiene el poder de transformar al mundo. Tiene más capacidad que los gobiernos de derribar barreras raciales", rezaba Nelson Rolihlahla Mandela, un hombre con una sabiduría superior a la media. Y les contaré porqué…
‘Madiba’ asumió como presidente de Sudáfrica el 10 de mayo de 1994, a un año y quince días del comienzo del Mundial de rugby a disputarse en su país. Para aquellos que no lo saben, históricamente este deporte fue el juego de los blancos, excluyendo a la gente de raza negra de él. De hecho, el rugby es considerado el deporte nacional.
Durante muchos años, la comunidad negra sudafricana asistía a los estadios únicamente para abuchear a los Springboks (así llaman a la selección nacional) y alentar al rival de turno. Entre las muchas cosas malas y perversas que hizo el Apartheid, acrecentó el odio y la envidia de la gente de color hacía el máximo símbolo de la comunidad blanca: el rugby y su amado equipo nacional.
Una vez Mandela en el poder, hizo lo que nadie pensó que haría: respetó los emblemas y mantuvo los íconos de la gente que lo encerró durante casi tres décadas por defender sus ideales y luchar por la igualdad social.
Lejos de comenzar una guerra civil a través de la venganza y el odio, ‘Madiba’ le mostró a su país y al mundo su costado más humano. Para unir a un pueblo más dividido que nunca, sus bases fueron paz, fraternidad y perdón. Así le enseñó el camino a blancos y negros por igual.
No solo mantuvo el nombre, los colores y el símbolo del equipo nacional, sino que también logró inculcar en cada uno de los millones de sudafricanos de color un sentimiento de pertenencia hacia los Springboks que antes no existía.
Esos fueron los cimientos para lo que en tiempo récord fue una gran revolución en toda Sudáfrica. El 24 de junio de 1995 el Ellis Park de Johannesburgo vibró con más de 60 mil sudafricanos alentando al combinado local ante los temibles All Blacks de Jonah Lomu.
Las diferencias rugbísticas de la visita se nivelaron con la supremacía física del dueño de casa. Por consiguiente, disputaron el primer alargue en una final en la historia de los Mundiales de rugby. Con un desarrollo dramático y de película (les recomiendo ver el film ‘Invictus’ y el documental ‘The 16° Man’ de Espn), Sudáfrica se coronó por un drop del apertura Joel Stransky y el mundo se estremeció.
Lo que parecía imposible un año atrás, se hizo realidad. Los ‘Springboks’ fueron campeones con el apoyo total de un pueblo que meses atrás estaba totalmente dividido. Mandela logró su cometido contra todo pronóstico. A través de su pueblo, el líder sudafricano le envió un mensaje al mundo entero. No fue el triunfo de un hombre ni de un equipo, fue el triunfo de un país.