La idea no resultó pero no se puede negar que a priori tenía cierto ingenio. La idea superadora de mejorar el habitual viaje en camilla hasta los límites de la cancha obligaba a llevar al jugador acostado, que mejor entonces que proporcionarles un viaje sentados, en una novedosa y estrafalaria mezcla de silla de ruedas con camilla para sacar al lesionado, en una mejor posición. Sumado a que ahora se requería una sola persona donde antes actuaban dos.

Lamentablemente aquello que se soñó rupturista y fundador de una nueva era en los traslados de jugadores, terminó en un fracaso. El encargado de llevar a cabo el procedimiento tuvo una actuación francamente decepcionante. No solo porque calculó pésimamente la relación entre peso, velocidad y altura lo que llevó al jugador nuevamente al suelo, sino porque después del desastre, se escapó por la puerta falsa sin preocuparse más por la salud del que debía salir en camilla.