Cuando quedan quince minutos para el final del partido es habitual que los arqueros se tiren al piso argumentando tener un dolor muscular que requiere el ingreso de los médicos.

Aunque todo el estadio -y hasta el propio árbitro- saben que no tiene nada de gravedad no hay manera de impedirlo, lo que corta el ritmo y le quita fluidez al encuentro.

Pero este jugador del fútbol búlgaro superó a sus antecesores y se animó a lo que más de uno habrá pensado pero nadie hizo, tirarse de la camilla cuando lo estaban retirando del campo de juego.