El jugador del Fluminense de Brasil, Denilson, debía definir la pena máxima, y envuelto en felicidad y emoción, tras la conquista del gol fue directo a abrazar a la persona menos pensada: ¡el árbitro!

El curioso y llamativo festejo trae al recuerdo aquella celebración de Ariel Carreño jugando para Boca, cuando luego de anotar frente a River en un clásico de verano, se abrazó con el juez de línea de aquel encuentro.