Una campaña publicitaria a pocos días de los Juegos Olímpicos despertó comentarios de todo tipo en Brasil. 

Tras una larga persecución iniciada por una confusión, el niño se choca con Ronaldinho, que resultó ser el misterioso motociclista a quién se le había caído la billetera que el nene intentaba devolver.

El astro brasileño intercede ante los policías y todos terminan jugando al fútbol en la playa.