La llegada de Novak Djokovic a Australia se convirtió en un dolor de cabeza para todos. Para los organizadores del primer Grand Slam del año, porque la presencia del serbio siempre es motivo de calidad y atrae multitudes, para el gobierno del país, que tiene que lidiar con la tensión entre hacer respetar las reglas y los pedidos del número uno del mundo y para el resto de los participantes del certamen, que se debaten entre enfrentar o solidarizarse con su colega.

Pero el que no le escapó al tema es un viejo rival de Djokovic, el español Rafael Nadal, que lo cruzó sin miramientos y dijo lo que todos piensan y pocos se atreven a mencionar: que la ausencia del serbio se debe a su absoluta voluntad de no vacunarse.