Muchos hechos llamaron la atención en torno a la Súperfinal que no se pudo jugar; como el frágil operativo, la vulnerabilidad de los jugadores, el gas lacrimógeno que nunca apareció y la posterior presión del plantel para no jugar el partido.

El propio Angelici reconoció que los jugadores y Schelotto se plantaron para que no se juegue el encuentro, y por eso, luego pasó lo que pasó. Pero en un principio, los médicos de Conmebol habían revisado al plantel y dijeron que estaba en condiciones de jugar. 

Pero las presiones continuaron y Pablo Pérez finalmente fue trasladado al Sanatorio Otamendi donde, contradiciendo el análisis de Conmebol, le diagnosticaron “úlcera de córnea”. También llamó la atención que no fuera trasladado a un hospital más cercano.

Pero da la casualidad, que el director del área donde se revisó a Pérez es Heriberto Marotta: Jefe del Departamento Médico de Boca y vocal del club, quien contradijo la revisación de los cuatro médicos de la Confederación Sudamericana. 

Boca contraatacó solicitándole a un escribano la ratificación del diagnóstico emitido por el equipo del Dr. Marotta.

Así estaban TÉVEZ, PABLO PEREZ, NANDEZ, IZQUIERDOZ, TRAS LAS AGRESIONES DE HINCHAS DE RIVER