En tiempos donde el periodismo y el entretenimiento parecen ser la misma cosa y donde las redes sociales marcan el ritmo de la información, Flavio Azzaro tuvo más de 300 personas que lo seguían en vivo a él mientras se desarrollaba el clásico de Avellaneda.

Ellos fueron quienes viralizaron el desaforado festejo del final, con Azzaro revoleando la remera, gritando a lo loco, y gastando a los de Independiente con la amenaza de un nuevo descenso.