No podía salir de un loop que repetía incansablemente que Argentina era campeón. En ese mantra hipnótico estaban los sueños y esperanzas que quedaron en el camino en tantas oportunidades y la emoción contenida por una final que tuvo todos los condimentos para ser inolvidable.

Andrés Cantor, como todo emigrante, tiene sus raíces ligadas a los sentimientos y el fútbol es un camino que conecta a los más profundos. Abrazándose con Claudio Borghi, quien estaba trabajando como comentarista para la transmisión de la cadena Telemundo, dejó salir las lágrimas.