Perder con Brasil no le gusta a nadie, y menos en el último minuto. Pero, ¿cuál es el objetivo de la excursión amistosa a Goiana? ¿El resultado, darle rodaje a jugadores suplentes en la selección A, o promover jugadores más jóvenes?

¿Tan condicionante es que el primer gol de la Verdeamarelha fue posición adelantada” o analizamos por qué se resignó la tenencia de la pelota?

Hasta el propio Alejandro Sabella había reconocido que su planteo sería cauteloso. En lo táctico y estratégico, Sabella es un convencido de que con un equipo no tan trabajado, en Brasil se juega con 3 defensores, 3 mediocampistas, dos delanteros, y dos laterales que deberían cobrar doble de premio. Es que Gino Peruzzi y Clemente Rodriguez retrocedieron como defensores para armar una línea de cinco, se sumaron al mediocampo y pasaron al ataque.

Y fue así que a partir de ese cerrojo armado para no darle espacio a los laterales locales, un doblaje para Neymar cada vez que le proponía un pie a pie a Peruzzi, y una presión que comenzaba recién en los últimos metros, el equipo Nacional hizo casi perfecta la primera parte de su “trabajo”: cortar el circuito futbolístico rival.

Claro, siempre es más fácil destruir que crear. Pero el problema comenzaba cuando Argentina recuperaba la pelota, porque ni Maxi Rodríguez, ni Braña ni Guiñazu tienen características para la distribución. Por el contrario, en sus equipos son los que rompen o llevan la pelota, no el que la administra. Así, Maxi en Newell’s juega por la banda, Braña es el albañil de Román Martinez, y el Cholo destruye para que D’Alessandro juegue en el Internacional de Porto Alegre.

Para el equipo fue difícil tener la pelota durante más de diez segundos y la resignó. Salvo en el gol, en donde logró doce toques, fue de un lado al otro, usó el factor sorpresa con la llegada del lateral opuesto y se adelantó en el marcador con un gol bonito.

Entonces, ¿si en la primera que en vez de reventar la pelota la juega, consigue tocar y moverse al espacio vacío, soltar un lateral que llega hasta el área rival y encima logra convertir, por qué dejar de hacerlo?

Pura elección del entrenador, en el segundo tiempo Argentina acentuó el sistema defensivo, Brasil no llegó pero Argentina tampoco. Casi no trianguló y se dedicó a no dejar jugar a Neymar y compañía.

Pero perdió a cuarenta segundos del final por una mano de De Sábato en el área que Neymar cambió por gol. Ese tipo de accidentes suceden cuando un equipo se defiende tan atrás. Y entonces, las crónicas que derrochaban tinta sobre “planteo inteligente”, “una buena prueba”, “no se perdió el clásico”, debieron cambiar por críticas a un juego que no fue, no viajó a Brasil, se quedó en el país.

Es más, parece no ponerse la camiseta si no vienen los de Europa. Y no porque los jugadores de aquí no puedan brillar, sino porque no se elige a quienes pueden pensar, tener la pelota, y jugar, ¡jugar!