El hombre más rápido del mundo se quedó con la medalla dorada por tercera vez consecutiva al imponerse en la final de los 100 metros en los Juegos Olímpicos Río 2016, con un tiempo de 9'81.

El jamaiquino, de 29 años, fue de menor a mayor, pareció que no llegaba pero tomó la delantera a los 70 metros y terminó ganando por una diferencia de ocho centésimas.

"Sólo tenía que mantener la compostura y cumplir. Y eso fue lo que hice", dijo Bolt tras la carrera, aunque reconoció que en la carrera sintió la desventaja y el peligro de perder. 

"Él (por Justin Gatlin) siempre tiene un buen inicio y el mío no fue tan bueno, pero yo sólo pensaba 'no entres en pánico, me abriré camino'", admitió Usain, al tiempo que advirtió: "En la repetición se veía peor de lo que se sintió en la carrera y después de sentirme tan bien en las semifinales estaba muy confiado".

Una bestia: quería ir más rápido

"Quería ir más rápido, pero ejecuté bien lo que tenía que hacer para llegar primero a la meta. Lo más importante era estar concentrado y no apurarme y cometer errores", dijo y sorprendió a los periodistas. 

Sobre su presente y su leyenda, respondió con una sonrisa: "Lo que me pasa es brillante, estar haciendo lo que he logrado y que quede para la historia es maravilloso". 

Esta de Río en cien metros es su tercera medalla consecutiva tras las logradas en los Juegos Olímpicos de Beijin 2008 y Londres 2012.

De cara a las próximas dos carreras en las que competirá, Bolt desafió: "Manténganse en sintonía, quedan dos más por delante (los 200 metros y la posta 4x100)". Y bromeó: "Alguien dijo que puedo ser inmortal, dos medallas más y puedo despedirme. Inmortal".