Nota 'Marca': El Barcelona cree. Tiene fe. El PSG no es el Celta, tampoco el Sporting. Y la Champions no es la Liga. Pero los azulgranas se agarran al 'Sí, se puede'. Han encontrado de nuevo el camino. Seguir a Messi y que sea lo que Dios quiera. El refranero popular siempre tan acertado. También a Neymar. Estuvo colosal el brasileño contra los gallegos. Así que goleada al Celta y que pasen los siguientes, Emery y su ejercito francés. El Camp Nou está preparado para la batalla.

Era un día complicado para el Barça. Y había motivos para preocuparse. El adiós de Luis Enrique, ya saben, no sigue la próxima temporada como entrenador. ¿Afectaría a la estabilidad del equipo? Y la victoria del Real Madrid en Ipurua ante el Eibar, ya saben, los blancos estaban otra vez lideres... Pero no. Ni una cosa, ni la otra. El Barcelona fue una apisonadora, el equipo de las grandes noches, con Messi y Neymar en pleno apogeo. Los azulgranas recuperan el liderato en el campeonato y empiezan a creer en la remontada.

El Celta no existió en el Camp Nou. Y eso que es un rival que da guerra a los culés, un equipo experto en sacarle los colores a los de Luis Enrique... hasta ayer. Los celestes, de hecho, eran, y son, los últimos que habían conseguido doblegar al Barça en Liga. Fue en Balaídos. Fue en la primera vuelta. Pero eso ya es historia. En el Camp Nou fueron una marioneta en manos de unos niños, Messi y Neymar, con ganas de jugar un rato.

El argentino no tardó ni media hora en marcar el primero. Lo hizo con una jugada 'made in Leo', de esas que ha firmado tantas y tanta veces en tantos y tantos partidos. Pero no por ser común deja de ser extraordinaria. Sólo lo hace él. Leo cogió el balón casi en la medular, se giró, encaró, regateó a uno, a dos... y desde la frontal, con un disparo seco, medio raso, y pegado a uno de los palos de la portería, envió el balón al fondo de la red. ¿Les suena? La diana tuvo dedicatoria especial. Un gesto como de una 'llamada'.

Dos veces al palo

Era el principio del fin. El Barcelona estaba desatado. Desde el comienzo se había adueñado del balón. Incluso antes del tanto de Messi, ya había podido adelantarse con un doble palo. Disparó Suárez a la madera y el rechace le cayo al propio Leo, que volvió a toparse con el poste.

Neymar era un ciclón. Balón que tocaba, balón que terminaba en una acción de peligro. Entraba por la izquierda, por el centro y por donde le daba la gana. Los celestes sólo le podían parar con falta. Provocó no sé cuantas amarillas. No podía ser otro, tenía que ser él quien convirtiera el gol de la noche. Qué bello. Que toque tan sutil para batir a Sergio con un 'pac' o un 'tac', o lo que fuera, un leve movimiento de la bota. Una vaselina imparable para el guardameta celeste.

Era el segundo, pero el Barcelona tenía ganas de resolver cuanto antes el encuentro. Y nada más empezar la segunda parte, en apenas seis minutos, los que fueron del 57 al 63, dejaron el partido visto para sentencia. Rakitic, en fuera de juego, que todo hay que decirlo marcó el tercero, Umtiti el cuarto y Messi selló su doblete con el quinto. Otra jugada personal del argentino. Otra acción repetida decenas y decenas de veces. Recogió el balón en un costado, dribló a uno, regateó a otro, se plantó en el área pequeña y marcó. Parece fácil imaginarlo, decirlo, escribirlo... Intenten hacerlo.

Falta media hora para el final. Pero no hubo más. Salió Iniesta, que volvió a ser suplente, como ya sucedió contra el Sporting. Aspas pudo marcar el de la honra para el Celta. Pero la gente estaba ya a otra cosa, empezaba a pensar en la remontada. Y en el Camp Nou se escuchó ese 'Sí, se puede'.