"La insurrección en Dublín", editada por Godot, de James Stephens es uno de esos textos a los que el calificativo de seductor les sienta particularmente bien. Con introducción y traducción, esmerada, de Matías Battistón el libro es el reflejo de una mirada y no un intento de historización del alzamiento que siguió a Semana Santa, el mediodía del 24 de abril de 1916, cuando treinta miembros del Ejército Ciudadano Irlandés (conocidos como "Los Voluntarios")  tomaron por sorpresa el Castillo de Dublín y a todas las personas de esa ciudad. 

La breve crónica personal que propone Stephens, escrita en 1916 al fragor de los incidentes, se presenta para ser leída con risa, entre el rumor y la incomunicación o "barbarie" como destaca el autor que afirmaba falsamente haber nacido el mismo día que James Joyce. 

"Esto ha tomado a todos por sorpresa", inicia su relato Stephens en el primer capítulo de un día lunes y comienza a narrar observaciones que si bien pueden parecer azarosas dan cuenta del estado de incertidumbre en el que se encontraban la mayoría de los dublineses ante el alzamiento.  

En una ciudad totalmente convulsionada, aislada y donde el rumor corre más rápido que las balas, Stephens no ahorra detalles para contar cómo se elegían saquear con mayor énfasis los locales  de golosinas "la insurrección de 1916, tendrá, para ellos, un sabor dulce."; o la forma en la que se acariciaban los caballos de los ingleses que venían a poner orden y en especial datos de la idiosincrasia local como gestos, formas de vestir y pareceres producto de una observación participante. 

"¿La ciudad estaba a favor o en contra de los Voluntarios? ¿O estaba a favor de los Voluntarios, aunque en contra del alzamiento?", se pregunta Stephens de manera no inocente para resaltar esa contradicción y falta de información circundante- a la que él define como barbarie- en la que está presente la idea: "Porque en Irlanda no importa mucho si uno pierde, pero sí importa haber dado pelea". 

Además de las imágenes de los incidentes, calles, personajes y barricadas, Stephens se dedica a ensayar sobre el fantasma del apoyo alemán o la relación entre Irlanda e Inglaterra sobre la que no escatima duras apreciaciones del estilo "¿Está mal decir que Inglaterra no tiene un solo amigo en toda Europa? Yo lo digo. Sus aliados de hoy son sus enemigos de ayer, y solo la política decidirá qué serán mañana"; además de una fuerte crítica al rol de John Redmond (líder del Partido Parlamentario Irlandés desde 1900 hasta 1918) que perdió una oportunidad histórica para la independencia de ese país durante la Primera Guerra Mundial. 

Con notas del autor y del traductor, la breve crónica- que cuenta con capítulos focalizados en "Los Voluntarios", en especial sus líderes ya que "Nadie en Irlanda, al parecer, tiene información precisa..." y "Las cuestiones irlandesas"- resulta accesible al lector que no esta interiorizado en ese "famoso y confuso" suceso histórico  y seduce desde el caos y el rumor de lo que se cree que está pasando. 

Mención aparte merece la disputa personal de Stephens con el Premio Nobel George Bernard Shaw que había afirmado que Irlanda era "una huertita de repollos en medio de la nada" y en la que el autor vuelve sobre sus ideas para llamar a sus compatriotas a pensar su Nación y recordar que "Solo la necesidad puede forjar patriotas, ya que en tiempos de paz un patriota es un farsante, cuando no un estafador". 

"La insurrección en Dublín" tiene elementos de épica, picardía y sobre todo de sorpresa ante el poder de seducción de "el rumor"; o a sabiendas,  como definiera perfectamente la novelista Cynthia Ozick, de que: "elegir una vida sin chismes es depreciar la narración. Y despreciar la narración es unirse al hormiguero, donde no hay secretos que sacar a la luz". 

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Una crónica personal del levantamiento de Irlanda de 1916 desde el rumor y la barbarie

La insurrección en Dublín

de James Stephens

128 p. 

Colección Exhumaciones, Ediciones Godot (publicado con el apoyo de Literature Irland) 
Traducción de: Matías Battistón
Ilustraciones de: Juan Pablo Martínez Spezza

James Stephens Aunque siempre afirmó haber nacido el mismo día que James Joyce (2 de febrero de 1882), nació en Dublín, Irlanda, el 9 de febrero de 1880. En 1907, se afilió al Sinn Féin, partido político irlandés de izquierda. Trabajó como asistente en un buffet de abogados y como mecanógrafo, al tiempo que escribía poesía y textos filosóficos. Hasta 1940 fue participante activo del movimiento nacionalista irlandés. Murió en 1950, el 26 de diciembre, en Londres.