Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.


«¿Qué me ha ocurrido?», pensó.

Así se inicia el texto publicado en 1915 con uno de los comienzos más atrapantes de la literatura, también uno de los cuentos sobre el que sigue pesando la vara de haber sido "mal traducido" desde su título.

Incluso el propio Jorge Luis Borges señaló sobre el cuento,  en comentarios transcriptos por el diario El País, en julio de 1983: "Yo traduje el libro de cuentos cuyo primer título es La trasformación y nunca supe por qué a todos les dio por ponerle La metamorfosis. Es un disparate, yo no sé a quién se le ocurrió traducir así esa palabra del más sencillo alemán. Cuando trabajé con la obra el editor insistió en dejarla así porque ya se había hecho famosa y se la vinculaba a Kafka. Creo que los cuentos son superiores a sus novelas. Las novelas, por otra parte, nunca concluyen. Tienen un número infinito de capítulos, porque su tema es de un número infinito de postulaciones".

Cuando Kafka falleció el 3 de junio de 1924, a los 40 años de edad, a causa de las complicaciones provocadas por la tuberculosis explicitó que deseaba que quemaran todos sus escritos.


Sin embargo Max Brod, mejor amigo del escritor, decidió no cumplir con ese último pedido y la literatura universal se vio beneficiada con sus grandes textos entre el que se destaca La metamorfosis que tuvo no sólo cientos de traducciones sino también versiones radiofónicas, cinematográficas y sinfónicas.

Tapa de la edición en alemánde 1916

Así como el filósofo alemán Martín Heidegger se preguntó "¿Quién es el Zaratústra de Nietzsche?", no fueron pocos los que llevaron al mismo nivel la pregunta sobre quién es Gregorio, o Gregor de acuerdo a la traducción, Samsa.

¿Qué significa esa transformación?; ¿qué representa?.  Una lectura más lineal plantea que se trata de una referencia a la discriminación, mientras que es más sutil- y apropiada- cuando se aborda la cuestión ontológica sobre la trama llevada a partir del cambio monstruoso que sufre el personaje.

Kafka como un ventrílocuo le cuenta al lector aquello que el propio personaje no puede decir pero sí pensar. La duda entre la fantasía y una realidad que se muestra como inmodificablen hacen de Samsa un ser empático que hace más de un siglo sigue siendo imposible de obviar.