"¿Qué dirías si me afeitara el bigote?", así se inicia esta novela editada por Anagrama- recientemente traducida al español por Esther Benítez- en la que, a medida que transcurren las páginas, el lector se pregunta ¿Realmente tenía uno?.

La historia parece simple.  Cuando un hombre que usa bigote "desde hace años" descubre que aquello que se inicia como un "juego" (afeitárselo para ver cómo le queda), se termina convirtiendo en una pesadilla. La cuestión onírica no es sólo metafórica y el uso de comillas, en mi caso, es adrede.

Resulta alentador para la lectura que Carrère elija cambiar los estados de ánimo de los personajes atravesando las sensaciones de haber cometido un crimen, la culpa, la salvación, el cosquilleo de la mentira y el chiste arrasados por la molestia y la ira que le dan una cuota animista a ese manojo de pelos que fueron afeitados.

Un remolino donde  la conspiración y el típico espíritu modernista de arrojar constantes hipótesis sobre ¿qué está pasando? o ¿qué puede pensar el lector (o el crítico, claro está)? no se le escapan al autor y las disfraza bajo las elucubraciones de su personaje central.

La novela se inicia con un ritmo cautivante para luego caer en baches usando el recurso del viaje como una manera de alargar la trama. Si bien, estas aperturas de juego luego se integran y ganan dimensión hacia el final sólo agregan páginas a una espiral de incertidumbre donde la clave es "la obsesión de lo incomprobable".

Con bellas imágenes, que no se pierden tanto esta vez como en otras traducciones de la editorial, una escena de sexo agradablemente narrada, Carrère nos trae el miedo a dejar de ser lo que creemos que somos, en un terror similar a la muerte.

El final de la novela justifica los rodeos. "El bigote" descolla como literatura vigente de la instropección.

"El bigote" de Emmanuel Carrère (1986)

Novela, Anagrama

Primera edición septiembre 2014.

Primera edición impresa en Argentina, mayo 2015.

180 pág.