Luego de que en enero de este año se diera la noticia del posible hallazgo del cuerpo del autor del Quijote, Francisco Etxeberria, forense y director de la investigación que halló los restos remarcó las coincidencias.

"En definitiva y a la vista de toda la información generada en el caso de carácter histórico, arqueológico y antropológico, es posible considerar que entre los fragmentos de la reducción localizada en el suelo de cripta de la actual iglesia de las Trinitarias se encuentran algunos pertenecientes a Miguel de Cervantes", destacó Etxeberria y subrayó "sin discrepancias".

Entre los datos a tener en cuenta para la identificación del cuerpo, además de las pruebas clásicas de carbono, se sabía que  Cervantes  tenía atrofia ósea en los huesos del metacarpo de la mano izquierda y los impactos de pelotas de arcabuz en el esternón, procedentes de las heridas sufridas en la batalla de Lepanto.

Además  cuando murió, a los 68 años, estaba parcialmente desdentado (tenía sólo seis piezas dentales al morir) y una artrosis deformaba, combando su columna vertebral.

Otro indicador para identificar el cuerpo pueden ser los restos textiles del sudario franciscano con el que fue presumiblemente fue enterrado —se unió a la venerable Orden Tercera tiempo antes de su muerte— y la propia madera del ataúd, ya que puede datarse con exactitud.