Hay tres perfiles, entendidos en su sentido más periodístico, pero enlazados por la pluma de uno de los autores más destacados de la nueva narrativa francesa. Tenemos al narrador de esta historia, a Klen y a Vasconcelos. Escritor fantasma el primero, fotógrafo el segundo, periodista y escritor frustrado el tercero. Estos dos últimos estafadores.

Zanzíbar, publicada por Mardulce y traducida por Ariel Dilon, tiene un ritmo de lectura ascendente. Conocemos a los personajes, entendemos la dinámica y el autor nos permite respirar por breves momentos cuando nos centramos en las apreciaciones del narrador que funciona paradójicamente como un ghost writer presente aún cuando trabaje desde el sillón de su casa tomando "sorbitos" de gaseosa.

La estafa de ofrecer notas de turismo, viajar y conocer el mundo sin pagar un centavo parece ser una situación bucólica, casi sin contratiempos, pero que termina de una manera que abre el plano a la escritura "detectivesca" que propone de Montaigu.

Zanzíbar con su nombre exótico adquiere la importancia de un personaje más, que excede a lo geográfico, ganando terreno en la historia del narrador.

Cartas, chats, artículos no publicados, notas y pequeños detalles funcionan como corpus para que la historia atrape y abre la trama a una situación que muchas veces suele repetirse: el periodista que desea ser escritor ¿lo logra?.

Una pequisa narrativa que se funde en el género de la crónica literaria para develar un mito, o tal vez - y esa es la verdadera riqueza de la novela- hacerlo nacer.

Zanzíbar, novela, de Thibault de Montaigu

Traducida por Ariel Dilon

Mar Dulce, 2014 ficción

200 pp.

Thibault de Montaigu nació en Paris en 1978. Trabajó como periodista en diferentes medios. Publicó cuatro novelas: Les Anges brûlent, Un jeune homme triste, Les grands gestes la nuit y Zanzíbar.