En Argentina hay un apartheid. Desde hace décadas un fenómeno crece a la vera de la justicia, la igualdad ante la Ley sin importar tu clase social o color de piel: son los countries en general, y los de Nordelta en particular. 

Como se sabe, quienes viven allí, no permiten que los empleados y las empleadas que allí trabajan (en especial mujeres que hacen labores domésticas), se puedan subir a los colectivos que recorren los varios kilómetros de extensión que estos predios tienen hasta la entrada. Por lo que los trabajadores se tardan horas en hacer este recorrido a pie.

El Frente Renovador y el kirchnerismo impulsaron en el Concejo Deliberante una ordenanza para que la línea de colectivos 723 pueda ingresar a los barrios privados, lo que permitiría a los trabajadores, y también a las personas que allí viven, poder trasladarse de manera económica. 

Vecinos de los barrios más ricos fueron hasta el HCD para presionar para que la normativa no saliera. Y Cambiemos ayudó para que así fuera. 

El oficialismo no logró reunir los 2/3 necesarios y la ordenanza no se trató sobre tablas y deberá pasar a comisiones. 

Por decisión de quienes gobiernan para los ricos, las personas más humildes, las que todos los días trabajan para los más pudientes del país, deberán seguir caminando varios kilómetros todos los días, mientras ven pasar en combis y autos de alta a sus patrones.