En Merlo, el cuestionado Raúl Othacehé, que el 10 de diciembre deberá dejar la jefatura comunal en manos del electo Gustavo Menéndez (FpV), ordenó a sus punteros promover la toma de 60 hectáreas para ocultar "una sobrefacturación que no puede explicar" en la realización de un plan de viviendas.

En Malvinas Argentinas, el saliente Jesús Cariglino, del Frente Renovador, pretendió heredar a su sucesor un aumento salarial del 150 por ciento para los jerárquicos del municipio, llevando su propio salario a 138 mil mensuales y comprometiendo las finanzas municipales. Incluso dio la orden de vaciar de máquinas y herramientas los obradores del distrito.

En Hurlingham, el también massista Luis Acuña, que perdió ante el kirchnerista Juan Zabaleta, pasó a cientos de contratados durante la campaña electoral a planta permanente. "Tenemos problemas porque se están llevando mobiliarios, computadoras, y no sabemos cómo están las cuentas", añadió una fuente municipal.

Así, la 'transición' se convirtió en esos municipios –como en otros del conurbano– en el terreno elegido por barones perdidosos para generar caos social, por un lado, y comprometer en cuanto puedan el futuro inmediato de los jefes comunales que asumirán en diciembre, por el otro. Ciertamente, todo un modus operandi.